En primera fila, escuchando el mensaje, estaban el presidente de la Generalitat, Artur Mas (CiU), su esposa, Helena Rakosnik, el presidente del Congreso, Jesús Posada (PP), el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y el inspector del Ejército, Ricardo Álvarez-Espejo. “Las autoridades civiles, militares y académicas han puesto de manifiesto con su presencia la armonía que ha de existir entre todos los ámbitos de nuestra sociedad”, aseguró el cardenal Antonio María Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), al acabar el acto.
Rouco resalta la presencia de autoridades en la celebración
Sectores de la sociedad civil, como la Coordinadora por lo Laico y la Dignidad, y cristianos de base habían pedido a las autoridades eclesiásticas que el Papa aprovechara la celebración de ayer para pedir “perdón” por el apoyo de la Iglesia al golpe de Estado de 1936 contra la República y por la complicidad con la dictadura franquista. Pero el Papa no hizo ni una sola alusión al respecto.
“Me uno de corazón a todos los participantes en la celebración, que tiene lugar en Tarragona, en la que un gran número de pastores, personas consagradas y fieles laicos son proclamados beatos mártires”, afirmó el Papa entre aplausos de más de 25.000 asistentes. “Imploremos la intercesión de los mártires para ser cristianos con obras y no de palabras; para no ser cristianos barnizados de cristianismo pero sin sustancia. Ellos no eran barnizados, eran cristianos hasta el final”, sentenció el pontífice.
La gran mayoría de los nuevos beatos, 520, fallecieron tras el estallido de la Guerra Civil y solo dos religiosos paúles murieron antes, el 13 de octubre de 1934. Aun con estos datos, la Conferencia Episcopal huye del término “mártires de la Guerra Civil” porque, argumenta, “no fueron combatientes, ni estaban con las armas en la mano. Murieron por no renegar de su fe”, según el secretario del episcopado,
Juan Antonio Martínez Camino. La de ayer fue la beatificación más masiva de la historia del catolicismo.El acto, organizado por la Conferencia Episcopal y el Arzobispado de Tarragona, lo presidió el cardenal Angelo Amato, enviado del Papa. Los elevados a los altares están agrupados en 33 causas. La más numerosa es la de Tarragona, con 147 mártires, entre ellos el obispo auxiliar Manuel Borrás, y 66 sacerdotes. Este fue el motivo para elegir la ciudad de la celebración, explicó el arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol.
La clase política mostró también su división en este campo. Mientras Alberto Ruiz-Gallardón, ministro de Justicia, señalaba que el de ayer fue un “acto de justicia y de reconciliación” y Jesús Posada afirmaba que fue una celebración “espléndida que reafirma nuestra fe”, Jaume Collboni, portavoz del PSC, resaltó que los socialistas respetaban la beatificación, aunque solicitaban a la Iglesia que confesara su “apoyo” al franquismo y pidiera perdón por ello. “A partir del reconocimiento [del apoyo a la dictadura], la Iglesia tendría toda la legitimidad para recordar a sus mártires”, precisó Collboni. Oriol Amorós, de Esquerra, también dijo respetar la beatificación, pero añadió que la Iglesia tendría que avergonzarse de su papel en aquellos años.{Entradilla}